«Yo no creo que este muerto. Desapareció en 1971 y me lo imagino pescando en alguna playa africana». El misterio que rodeó la muerte de Jim Morrison, lleno de teorías y especulaciones, «no se solucionará nunca», apunta Alberto Manzano (Barcelona, 1955), sin duda la voz mas autorizada de este país cuando se trata de mencionar a Morrison. Manzano, periodista musical, poeta y traductor de toda la obra poética y musical de Jim Morrison, es el autor de Jim Morrison. Cuando la música acabe apaga las luces, la biografía que 50 años después de su supuesto fallecimiento vuelve a avivar el mito sobre el vocalista de The Doors, uno de los grupos más importantes e influyentes de la historia del rock.
Jim Morrison logró situarse en lo más alto del panorama musical mundial sin saber tocar ningún instrumento. Su principal argumento no era otro que su pericia como escritor. «Una excepción en el ámbito del rock, que está plagado de mediocridad a nivel lírico y poético. Su celebro bullía», señala Manzano en conversación con El Independiente. Esta característica que hacía único a Morrison fue su virtud más destacada y al mismo tiempo su condena: «Se hartó del show business y del estrellato. Estaba hastiado del mundo de la música. La gente conoce su imagen de sex symbol, pero realmente era un gran literato».
La extraña muerte de Jim Morrison
El volantazo a su carrera musical tenía una clara dirección: un retiro en París para dedicarse exclusivamente a escribir poemas; sin embargo, eso no fue suficiente: «Jim había vuelto a caer en un abismo de terrible desánimo (…) Estaba hundido en la silla frente a la mesa del comedor, esperando que le llegara la inspiración para escribir algo que hiciera honor a su fama, pero la musa no aparecía». Así retrata Manzano la situación vital de Morrison dos días antes de perder la vida, según afirma el acta de defunción.
La pesadumbre de una entrada en prisión que parecía inminente lleva a Manzano a pensar que «Morrison montó una película para desaparecer y que la ley le dejara tranquilo, aunque son especulaciones». El autor explica que le cuesta comprender las extrañas circunstancias que rodearon la muerte de Morrison y «el recelo para mostrar su cadáver», que sólo pudo ver su pareja Pamela Courson.
Jim Morrison era un chamán en el escenario»
ALBERTO MANZANO
La información que se ofreció como oficial es que Morrison perdió la vida a los 27 años -entrando en el fúnebre club de los 27– por causas naturales en la bañera, donde fue encontrado por Pamela. Los supuestos que se han barajado durante estos 50 años hablan de suicidio, asesinato, sobredosis y fuga, todo ello alimentado por el secretismo y la singularidad del suceso. Cinco días después del supuesto fallecimiento, el ataúd fue enterrado bajo el epitafio «Fiel a su propio espíritu» en Père Lachaise, donde reposan los restos de Apollinaire, Édith Piaf, Oscar Wilde o Balzac, con quienes compartía rebeldía y dotes artísticas.
Jim Morrison como icono
La figura de Jim Morrison desprende magnetismo y mística. Manzano argumenta: «Seducía físicamente mientras rapsodiaba, pero su encanto estaba articulado a una vena intelectual. Era puro teatro musical, teatro poético del bueno. Jim fascinaba a la vez que conmocionaba, era un ángel con piel de cuero negro, salmodiando largos hechizos, eructando violentas imprecaciones suplicantes, interpretadas con un dramatismo que realzaba la teatralidad del grupo».
Las experiencias de la infancia influyen de manera determinante en el carácter de una persona. En esa etapa, mientras un pequeño Jim de cuatro años atravesaba con su familia la carretera de Santa Fe, en las afueras de Albuquerque (Nuevo México), presenció como un montón de indios yacían moribundos junto a un camión volcado. Su padre trató de hacerle creer que era un sueño, pero como indica Manzano, «Morrison estaba convencido de que el espíritu de uno de esos indios fallecidos le había poseído. Se sentía un chamán, lo que impregnó la personalidad y el carácter de la obra de Jim Morrison».
Esta faceta motivó su función vital: «liberar a la gente de su manera limitada de sentir y ver la vida». Inmerso en el ardor de la contracultura norteamericana y los estertores del hipismo, Morrison trató de excarcelar a la gente de ese pensamiento tan establecido a finales de los 60. Además, sin antojarse la música como su principal ambición, consiguió junto a su grupo The Doors, ser la primera banda norteamericana en lograr cinco discos de oro consecutivos.
Créditos: Carmen Vivas
Fuente: El Independiente